La región de la selva peruana donde más truchas se crían es Huancayo. Para freír las truchas, éstas se deben mojar en leche, rebozar en harina y, finalmente, freír en abundante aceite.
El resultado es que la trucha se queda dorada y crujiente. Se le suelen añadir un par de rodajas de limón y unas hojitas de perejil fresco picadas y esparcidas por encima.
Este plato se consume mucho en Ayacucho, Cusco y Puno. Destaca por ser muy rico en proteínas, minerales y vitaminas, así como potasio, hierro, fósforo y otros nutrientes esenciales.
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